Este cuadro que miro, es una obra del pintor jienense, Santiago Ydáñez, que es uno de mis artistas favoritos.
Le conozco en persona (es un lujo),conozco valoro bastante su obra y carrera.
He colgado esta foto que me ilustra lo que escribo justo debajo.
Es la imagen desfigurada y borrosa de un hombre deforme y oscuro.
Ese es el retrato que algunos dibujan e inventan o pintan con odio de mí.
Hoy he pecado, lo siento y confieso, y he roto el autocompromiso adquirido de no entrar nunca en el blog del Río Castril, pero me llamó la atención una alerta de google, en la que leía algo así como que yo me creo "el amo y señor del Cantón", será motivado, me temo, por titular con tal nombre mi diario escrito en este humilde blog.
No, no me creo el amo de nada, mucho menos del redondo Cantón, aunque si puedo decir con orgullo que debo de ser la única persona que nació debajo de esta mítica plaza, la cocina de mi casa (la de mis padres quiero decir), que antes fuera dormitorio, está debajo mismo del citado Cantón y allí hace un puñado de años, mira por donde, vine a nacer yo. Utilizo ese nombre sin ánimo de considerar como mío o "ser amo" de algo que no lo es, ni será, mucho menos de este Cantón que es de todos. No creo que haya niño, niña, hombre o mujer, que no haya pasado buenos y gratos momentos en este coqueto rincón de Castril.
En fin, que es un comentario sin fundamento y que busca sacar punta de lo que carece de ella. El caso, por eso me refiero a mi nuevo pecado, que es alarmante la cantidad de barbaridades que se escriben seguidas y al hilo de este comentario. Una grotesca barbaridad. Ya lo dije otras veces, qué fácil es atacar en la sombra y dibujar un personaje ficticio en el que yo no me veo reflejado. Lo digo muy convencido y consciente, no es justo ni merecido ese torrente de insultos y ataques que el anonimato permite sin coste. Solo he leído unos cuantos, no he sido capaz de leer muchos más. Demasiado odio y rencor acumulados. Por un momento he pensado si merece la pena escribir este blog, que sin pretenderlo, me coloca otra vez, por desgracia, en la diana y el centro al que dirigir la mala baba y la inquina que mi persona despierta. Eso parece si doy cuenta, de la multitud de personas que dejan, sin nombre, el veneno de la rabia y de un odio feroz. Sería un necio si no valorara el grado de este rencor, que duele, no hay por qué ocultarlo, aunque al decir esto de alas a quienes escriben con tan mala leche y tanto desprecio atroz. Cada día me siento más lejos del sueño que un día soñé. Soñé un Castril diferente, con vecinos mejores y menos rencor.El paso de tiempo me dará muestra de si he ganado y merezco de veras este grado de odio, desprecio e insano rencor. Por lo pronto ya véis que sigo escribiendo, por ahora no lo voy a dejar. No pretendo hacer daño, siento pudor a sacar al descubierto, pensamientos, ideas o sueños, que quizás deberían ser solo míos y guardados en mi cabeza o mi corazón. Díos dirá lo que venga mañana o lo que esté por llegar. Yo escribo sincero y no espero, ni pido, ser entendido o querido mejor. Es mi verdad, no lo niego, es la certeza con la que yo la viví y la expreso. Si no gusta, lo siento, no tiene el fin o la meta que la de gustarme a mí.