¡ YO Y ALICIA.!

Algunos amigos que todavía tengo en Izquierda Unida, ya sea en Granada o Sevilla y otros del Partido Popular Provincial, me dicen, porque con cierta frecuencia solemos hablar, que en su cabeza no cabe que se gobierne en Castril con un pacto inexplicable y tan peculiar.

La conclusión general, a la que todos llegan para poderlo explicar, es que el asunto se reduce, en verdad, a una cuestión de animadversión personal.

La opinión general es que, en realidad, lo deseable habría sido un acuerdo de gobierno entre el PSOE e Izquierda Unida, es decir entre Alicia y José Juan.

Pero, como parece que en IU manda el sector duro, el más próximo a las tesis del oráculo del “tío del puro”, esta posibilidad de acuerdo no tenía demasiado futuro.

Lo más llamativo es que las direcciones provinciales de ambos partidos dieron por hecho y cerrado el acuerdo hasta el último minuto. Aunque yo siempre he dicho y mantenido, que Alicia fue honesta conmigo y nunca me engañó en este sentido. Lo que no significa que no me mintieran y fueran mezquinos o que no incumplieran lo pactado y prometido, los responsables provinciales de Izquierda Unida o la dirección de mí partido.

No es la primera vez que lo digo, pero recuerdo con agrado la reunión con Alicia, para hablar sobre la posibilidad de un acuerdo para gobernar.

No me cuesta afirmar que ella fue franca y honesta, aunque parece evidente que me profesa una enemistad manifiesta e incluso puede que hasta desprecio, aquella reunión se desarrolló en un agradable clima de cordialidad y el respeto.

Eso es lo que me gusta de Alicia, que aunque me deteste en el fondo y le cause animadversión o repulsa, sabe estar en su sitio y no pierde las formas, las buenas maneras, la educación o el tipo.

Que conste que no estoy llorando por lo perdido, como llorara aquel rey moro granadino rumbo al exilio y aunque lo lamente en el fondo o me pique la curiosidad y el gusanillo de cómo podría haber sido, respeto, acepto y asumo lo ocurrido. Pero, como la estrategia con la que aquel rey llorica perdiera Granada, creo que la de Alicia ha sido y es una elección desafortunada y equivocada.

Si hubiera decido gobernar a mi lado, junto a mí o conmigo, tengo claro y estoy convencido de que no se habría arrepentido. Ni ella, ni los que de verdad defienden el río, pues esa lección también la he aprendido y para este cambio de rumbo, reconozco y no me avergüenzo si digo que, además de algún otro consejo recibido o esgrimido argumento entendido; los planteamientos y opiniones que Alicia me dio en este sentido, mucho que ver han tenido.

Por eso, aunque no gobierne conmigo, en la cuestión del río, he mantenido lo prometido y, en ese sentido, he apoyado las mociones e iniciativas de Alicia y su partido, aunque ello haya supuesto enfrentarme a la postura del mío.

Un Alcalde de Izquierda Unida y buen amigo, siempre me dice que hay que ser precavido con la hoguera que enciendes contra tu enemigo, no sea que te chamusques a ti mismo con el fuego prendido.

Él cree, sin dudar, que este pacto de gobierno local es la hoguera con la que me querían quemar. Este Alcalde ponderado al opinar y con la distancia de su juicio imparcial, cree y mantiene que este acuerdo sólo se basa en el odio y en la animadversión personal. Quizás por eso está convencido de que, al final, serán ellos los que a lo bonzo arderán.

Por mi parte, si algo he aprendido y tengo claro, es que a bodas o al convite de un niño bautizado, uno no debe ir sin ser llamado, ni te puedes presentar sin estar invitado. Pero, si se diera el caso de que a la fiesta de un mejor y buen gobierno para nuestro pueblo, Alicia y yo seamos invitados, acudiré encantado.

Publicado por Juan Mar en 19:25