LAS MIGAS Y "LA MATANZA DEL GORRINO"

Cada día que pasa aprende uno algo, hoy he sabido, mientras me comía unas migas en la matanza de unos amigos (no los mataron a ellos, que mataron a un gorrino), que hay otro hombre que me quiere poco y me tiene gana, que afirma que tengo una villa en la Toscana, además de un piso en Granada y que los dos se los ofrecí a una Concejala, como regalo o prebenda para que gobernar me dejara. Este bulo parece que está muy extendido, pero tiene de cierto lo que de flaco tiene en autor de un chisme tan burdo.

El del bulo, el que lo expande o el que lo ha inventado, tiene como apodo, el nombre de una fruta, de la que si abusas, te da diarrea, te duele la tripa y lo cagas todo, el mote le viene al pelo, pues el que se afana en extender un rumor tan malintencionado, como el que abusa de las ciruelas, o está lleno de mierda o acabará enmierdado.

Lo que me deja perplejo es que sea capaz de ponerme tan buena cara y ser tan atento, mientras por detrás me apuñala, al mismo tiempo. Es más, si no me lo cuenta, quien no me engaña y me quiere, jamás lo habría creído, ni lo hubiera esperado de esta persona con nombe o mote de “árbol” de fruto almibarado.

Una cosa es que sea feliz con este nuevo Alcalde, con Alicia o con Isabel y otra cosa bien distinta es que de su contento surjan bulos o inventos de tal gravedad y poco seso. Tanto es así, que me estoy pensando y podría ser, que este individuo tenga que demostrar ante un Juez las acusaciones y delitos que me achaca con tal ligereza y desfachatez.

Es cierto que no se pueden pedir peras al olmo, ni ciruelas a un alcornoque, ni inteligencia a un ciruelo, pero lo que sí se puede pedir a todo el mundo, e incluso exigir, del último al primero, ciruela o pera, peral o ciruelo, es un pelín de respeto.