CUANTO MÁS PRIMO, MAS.......

Si las miradas mataran, por mal mirado, estaría muerto y rematado. Tengo un primo que me mata con la mirada cuando se tropieza conmigo en la plaza.

El está convencido, a pies juntillas y a ciencia cierta, de que soy responsable de la ruina en la que se encuentra o del fracaso de sus proyectos y empresa. Su mayor empeño es que la gente se crea tal argumento y que sientan por él, empatía, solidaridad o pena.

La triste y demoledora verdad es que, salvo él o su esposa, nadie es responsable del resultado de una realidad tan desastrosa. A mi juicio, este empeño e insistencia, solo se entiende si se considera como un síntoma de un trastorno de la cabeza.

Dios me libre de diagnosticar o achacarle una enfermedad mental o un trastorno de la personalidad, solo advierto que no es normal que alguien busque en otro, sin que sea verdad, la culpa o responsabilidad de su recorrido vital.

Nunca fui asesor legal o consejero empresarial en ninguno de sus proyectos o empresas, tampoco participé en las compras o ventas de fincas, cortijos o casas viejas.

En todo el tiempo en que fui el Alcalde de Castril, no me negué o impedí que llevara a cabo sus iniciativas, sencillamente porque, en realidad, nunca las hubo, ni fueron concretas, reales o ciertas.

Para tramitar y aprobar o negar una licencia, es necesario, cuando menos, que haya un proyecto técnico y no son suficientes, ni sirven de nada, los sueños, esbozos, bocetos o propuestas, por más que estas parezcan brillantes ideas.

No es la primera vez que lo digo, pero esta persona en nada se parece al que fuera mi primo preferido. Puedo entender que me deteste por otros mil motivos, pero nunca comprenderé que me achaque, me responsabilice y me odie por cuestiones en las que yo no he intervenido, por más que se empeñe y argumente que así ha sido.

La verdad, querido primo, solo tiene un camino y, por más que insistas o te empeñes, no está, precisamente, en el que has escogido.