LA COMIDA DE NAVIDAD

Esta mañana me ha filtrado un pajarito o chivado un gorrión, una información que me obliga a plantear la siguiente cuestión;

¿Convidará el Alcalde a los Concejales de la Oposición a la comida navideña, que se celebrará en próximas fechas y a la que invitará a los trabajadores municipales y a los otros Concejales de la Corporación?

Creo que no, o, por lo menos, no creo que esa fuera su primera intención. La cuestión es sí es lógico o normal, que se discrimine a los Concejales, entre los que gobiernan y los que, estando en la oposición, son relegados, por ser considerados como rivales.

Mi opinión es que no, que todos somos iguales, formamos parte del mismo Ayuntamiento o Corporación y merecemos, por tanto, la consideración de contar con la invitación y disfrutar del fiestón.

Además, si donde caben dos, caben tres, también caben once, donde caben seis. Por si fuera pobre la argumentación que esgrimo para recibir la invitación al convite, resulta que en el salón elegido para este evento navideño y festivo, hay espacio suficiente y en el comedor, también caben los Concejales de la oposición.

Como parece que es el Alcalde el que pagará el banquete y que lo hará a cuenta del erario municipal, lo normal será que se cuente con toda la Corporación Local.

Este será, además, un excelente momento para curar heridas, olvidar las afrentas o limar asperezas, entre chuleta y chuleta, regadas con vino y cerveza.

Sería un puntazo, que en vez de propinarme un puñetazo, el Alcalde me diera un morreo con lengua, un pellizco de monja o un sonoro besazo, pues, como suele pasar, los efluvios etílicos sueltan la lengua, ahogan las penas y encienden las pasiones, tornando los odios en momentáneas querencias.

Y si el Alcalde me niega la venia de ser invitado y no me permite asistir a esta comida navideña, haré como él, me colaré en el salón en que se celebre la fiesta y me sentaré, justo al lado, en otra mesa.

En estas fechas navideñas, en las que despierta el amor fraternal, en estos días del año en que todos ponen su empeño en mostrar la mejor cara del sentimiento de amistad y afloran, aunque sean efímeros, como son las burbujas del champan, los mejores deseos de paz, uno espera que se entierre el hacha de guerra y, como muestra ejemplar, todos podamos brindar en esta comida de navidad.

No me negará el Alcalde que sería un hito memorable que juntara en una comida amigable, en la misma habitación, a un ramillete de gente que se quiere o se odia, se aprecia o detesta, con tanta intensidad, ímpetu y devoción.

Si me convida iré y allí estaré, porque, como él, soy Concejal de pleno derecho y formo parte del Ayuntamiento y de la Corporación Municipal. Además, me parece una buena iniciativa del Alcalde esto de la comida y una idea genial celebrar una fiesta de hermandad para recibir con buen pie el Año Nuevo y, con cordialidad, la Navidad.

Que quede claro que no soy un tragón, ni pretendo pegar la manga para chisparme de gratis o comer hasta reventar de un atracón, en realidad, en mi apunte o petición, subyace el deseo de que, en asuntos concernientes al Ayuntamiento y a la Corporación, no se margine o relegue a los Concejales de la Oposición.