LA SUPERCONCEJALA.
Con ese apelativo y con alevoso ánimo de guasa, llamaban algunos a la que fue Concejala de Servicios Sociales en mi etapa de Alcalde de Castril, me refiero (ya se habrán dado cuenta) a Rafaela, Rafi para los muchos amigos y amigas que tiene y de los que una gran parte ha conocido durante su etapa al frente de los Servicios Sociales de Castril. Yo he sido testigo de su entrega en innumerables detalles que demuestran la pasta de la que está modelada, no los diré, que ha ella no le gusta. Tiene como una fea costumbre infravalorarse y sentirse pequeña y ese rasgo de humildad, a veces excesivo, la hacen mejor persona.
Rafaela es como yo, cargada de defectos y buenas intenciones. Nos parecemos mucho y nos conocemos desde siempre, nuestra amistad ha perdurado y se ha mantenido con los años, sobre todo estos últimos que ha gobernado junto a mí y en los que ha realizado un magnífico y abnegado trabajo al frente de los Servicios Sociales Municipales.
(Un aviso a navegantes)
Lo advierto, ha dejado el listón muy alto y puede estar muy orgullosa de haber sido artífice de la implantación de la Ley de Dependencia en el municipio, entre otras muchas cosas. También de haber tratado a nuestros mayores y dependientes con la ternura y el cariño que con tanta facilidad ofrece. Me duele que en su Pedanía no se reconozca en su justa medida su trabajo y su dedicación y que sea precisamente de allí de dónde haya recibido mayores sinsabores. he conocido a pocas mujeres tan dispuestas y serviciales que ella y guardo un muy buen recuerdo de nuestro trabajo juntos, con la inestimable y eficaz ayuda de las trabajadoras de los servicios sociales comunitarios, Eva y Feli.
Cuando pasado un tiempo se juzgue y valore su labor entenderéis lo que escribo y afirmo ahora. Si ha dañado a alguien, que podría suceder, estoy absolutamente convencido de que fue sin querer. Como yo, Rafaela tiene muchos defectos, pero en ella (quizás no en mí) pesan más, con una gran diferencia, las virtudes que la adornan y el buen corazón que guarda, para derrocharlo, en su pecho
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