Me han dicho que mi blog tiene un clon, es enfermiza la obsesión y manía de algunos. Me dicen que alguien escribe, haciéndose pasar por mí, en otros foros o blog. Ya lo advierto, no soy yo quien escribe, sólo escribo aquí, me basta y me sobra para aportar mi opinión y expresarme.
Me han dicho también que mi querido primo, ese del que no quería hablar, ni dar cancha, dice, a quien se arriesga a escucharlo, que era un brillante empresario y un opulento inversor, llevado a la ruina por obra y gracia de mi alevosa y dañina intervención. Es decir que soy yo el responsable del fracaso de sus negocios y empresas.
¿Será quizás que fui yo quien le orientó en las adquisiciones e inversiones que realizó?, ¿Será que fui yo quien le animó a dejar de pagar y cumplir, hasta el punto de hundir la empresa, con clientes, empleados y proveedores?.
¿Soy yo el responsable de su tren de vida insensato, con oficinas, viviendas y despachos, profesores de piano o equitación, compra y cambio continuo de muebles, ajuares o del disfrute de secretarias, mozos y nanis?.
Dice, sin empacho o rubor, que el Ayuntamiento no le dejó abordar sus proyectos urbanísticos, aunque no presentó nunca un sólo proyecto en el Ayuntamiento, algo tan sencillo de demostrar mostrando los registros de entrada de los documentos que acreditan el inicio de la tramitación de uno sólo de esos cacareados anteproyectos o proyectos.
Buenas intenciones, fantasías, desvaríos y ansia de grandeza, nada más. Lo cómodo es instalarse en una mentira y creerla con vehemencia para encontrar un responsable a los propios errores y desatinos, al que endosar la culpa.
En otros tiempos, cuando guardábamos una cordial relación como los primos hermanos que somos, hablamos con frecuencia de sus proyectos, que no eran malos o desacertados en el planteamiento, pero que nunca se concretaban o se diluían en una maraña de absurdas e intrincadas tesituras, en gran parte fruto de la intervención de su esposa Verónica, que es, a mi juicio y al de gran parte de la familia, la verdadera responsable del resultado final de esta historia.
A fuerza de decirlo lo cree convencido, hace que otros le crean a fuerza de machacar sin descanso la misma cantinela y lamento, como si no hubiera pruebas suficientes del poco sentido y la escasa seriedad con que ha gestionado sus negocios y su vida. Es más cómodo y duele menos, hacer responsable a otro del estropicio, como si la gente no estuviera al día del origen y realidad de las cosas. Dice mi tía Modesta, su madre, que si pudiera se arrancaría el trozo de carne que, como lazo familiar, le une a mí. Como si ella no conociera o no quisiera admitir, como hace el resto de la familia, la verdad y el origen de las hechos. Encuentra en mí la válvula de escape que necesita para hayar un culpable que justifique la ruina del hijo. En El Ayuntamiento no sólo estaba yo, había un Secretario, técnicos y funcionarios encargados de los negociados de obras y proyectos, si se les pregunta respoderán como yo, jamás presentó o tramitó proyecto alguno que fuera rechazado. Nunca lo hubo. Un escueto dibujo de una idea no es un proyecto, es sólo eso, un sueño, más o menos posible y viable.. No sirven las ilusiones o fantasías de lo que se querría hacer, lo que valen son los papeles, los proyectos técnicos y las tramitaciones administrativas, que avalan que uno quería seriamente hacer algo que otro le negó. Si uno se empeña en construir viviendas de lujo en zonas protegidas que lo prohiben, se topa con un no, sea primo del Alcalde o hijo del Papa de Roma. Si alguien quiere llevar a cabo un proyecto, el que sea, y este cumple con la ley, no hay Alcalde, Ministro o Papa, que lo frene.
Es ridículo, penoso e infantil, querer ser mártir cuando uno es responsable y rehén de su mala cabeza y de la notoria torpeza en los negocios que emprende.
No se puede comprar sin freno o cordura, cuanto se pone a tiro, ya sean las Tabernillas, el Laude, las Talillas, el Batán o el sol y la luna, la cuestión es para qué fin se compran, con los medios con que uno cuenta y con el criterio o finalidad que se adquieren. Esas decisiones de compra y ese criterio no eran mías, eran sólo y exclusivamente fruto de barruntos y excesos de mi despierto primo, no porque sean malos sitios, malas adquisiciones o porque no tuviera buenas ideas en mente, lo malo es que no había criterio, mesura, lógica o rigor en su gestión de empresas y compras. Desatender una empresa que es tu medio de vida, dejar de pagar y no cumplir con clientes, proveedores y empleados, hundir el negocio y dilapidar la reputación profesional y personal. Ha gastado sin medida en la adquisición compulsiva de fincas, cortijos y casas, en las que no ha hecho nada, salvo fantasear y construir, ahora sí, castillos en el aire. Todo eso le ha conducido, sin remedio, al punto en que hoy está mi afectuoso primo. Afirmar o convencerse a uno mismo, de que es otro el responsable de la quiebra, hundimiento y naufragio de su negocio, es cobarde e ingenuo y esconde una incapacidad enfermiza para asumir los fracasos y errores que uno mismo ha cometido.
Cuesta creer que era mi primo preferido, por la rama familiar de mi padre. En otro tiempo fue extremadamente atento y afectuoso conmigo y mi familia. Siempre ha sido un pesado, lo era antes y lo es ahora, eso va en sus reaños y genes. Puede aburrir a una oveja modorra con su repetido y cansino discurso, pero antes lo compensaba con atenciones, afecto y cariño. Me compró cuadros cuando empezaba y me acompañó en algunas de mis exposiciones. Le gusta el arte y fue capaza de invertir y reunir una magnífica colección de arte, sobre todo con obras del genial Castejón, que es uno de mis pintores ppreferidos, hasta me regaló un cuadro de e´l que cuelga en las paredes de mi casa y me recuerda a diario lo que ocurre ahora y lo distinta que fue nuestra relación antes. Creo que tiene una gran sensibilidad para el arte y tenía, por entonces, ganas de aprender, empprender y cultivarse. Ahora ese caldo de cultivo se ha enrarecido y es ostensiblemente dañino, sólo cultiva un odio exacervado hacia mí y una inquina enfermiza, ciega e irracional.
El primo de entonces no es el mismo de ahora, no puedo hablar de afectos y filias, sólo se puede hablar de encono y rencor, soy, para mi desgracia y el pesar de mi familia, su mayor y más destacado enemigo. No se si en eso tuvo algo que ver mi primera victoria en las urnas, cuando fui elegido Alcalde por primera vez y con un irrepetible y extraordinario apoyo ciudadano. Él, que concurría a las elecciones con un partido independiente, no llegó a tener representación municipal, entre otras cosas porque no le votaron ni los componentes de su lista y eso le frustró bastante y dió paso a malentendidos y gerras que, en mi modesta opinión, eran y son fruto de la envidia y del despecho. Luego se hizo Presidente de la Comunidad de Regantes, en alguna ocasión me dijo que él era más importante que yo, pero su gestión no pasará a la historia, ni merece reseña, ni le ha supuesto mérito o reconocimiento a su labor. Esa ha sido su meta, tener un reconocimiento mayor del que tubiera su primo hermano, aunque para lograrlo sea necesario hundir como sea al contrario. Hubiera sido presidente de cualquier organismo o asociación si le hibiesen dejado,sean cazadores, pastores, regantes, hermandades o empresarios, pero quien le conoce en él no confíal, ni lo hacen sus compañeros de partido o de viaje, aunque sea la cabeza de turco o el útil tonto que se lleva los palos. Es testarudo, pertinaz y tozudo. Se entrega de forma irracional y tenaz a sus guerras, soñadas o ciertas. Le gusta ser el héroe, se ve a sí mismo como un solitario e inefable Quijote y por eso hace de mí, el villano o molino que recibe su azote.
El verdadero dilema y la realidad que aflora estriban en que ni culpandome de su ruina puede solapar o esconder el verdadero motivo de su fracaso en su empresa, del que sólo es responsable él mismo y la esposa.
Dos iguales para hoy
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