BONNIE AND CLYDE

Cartel de la famosa película del matrimonio de atracadoes de bancos Bonnie y Clyde.

 Castril ofrece un amplio y pintoresco plantel de personajes  curiosos y llamativos.  Algunos de nuestros vecinos, generalmente aquellos que más levantan el cuello y alzan la voz para atacar al contrincante, (sin motivo alguno en la mayoría de las ocasiones y sin otro argumento que la falsedad), guardan en sus armarios podridos  “muertos” que harían palidecer de bochorno a cualquier persona sensata, honrada y cabal. Es verdaderamente gracioso que el viento de los chismes, dimes y diretes, traiga a mis oídos los osados e insidiosos comentarios o aseveraciones de personajes bastante controvertidos y escasos de honestidad y honradez. Me refiero a los “Bonnie and Clyde” de los Chavos.  Ya lo dicen los viejos, “siempre habla el más lisiado” o “la sartén le dijo al cazo, apartarte que me tiznas”. Menudo morro y osadía, que vengan a sentar cátedra o dar ejemplo de ética y honestidad  personajes con semejante bagaje vital y adornados con tan indigno ejemplo y curriculm.

Ya sé que la memoria nos traiciona con frecuencia y que nos olvidamos con facilidad de que antes de hablar o acusar a alguien de algo, aún a sabiendas de la falsedad en la que incurrimos y conscientes de la infamia que suponen tales mentiras o de la temeridad que supone expandir tan graves maledicencias y bulos.     

Entre mis muchos errores o fallos, que los tendré y no pocos, no está el de planear el atraco a un banco o a una caja de ahorros.  Así que, en mi modesta opinión, para tirar la piedra, aún escondiendo la mano, hay que estar libre de culpa y deshonor o de antecedentes por fingir un atraco. 

Viene muy al pelo aquello de que “piensa el ladrón que todo el mundo es de su condición”. Ellos sí, yo no. Torpes aprendices de atracadores de bancos y ladrones ellos, no yo.

A mí nadie puede, diciendo verdad, llamarme ladrón.