DE PERROS DE PRESA O CANICHES

Me recriminan algunos, con un cierto enojo, que mi oposición al nuevo Equipo de Gobierno es demasiado blanda y edulcorada. Me animan a dejar las Flores de Bach y el rollito “Zen” para adoptar el método “doberman”. No, ya lo he dicho, no me provoca alimentarme de bilis y malos rollos. Además vale un potosí ver la cara del Alcalde cuando votamos “SI” a sus propuestas, se descoloca y pierde fuelle el contraataque, el recurrido “y tú más”. Si hay algo que valoro positivamente del anterior Alcalde, de mi antecesor, es la oposición constructiva que hizo mientras yo fui el Alcalde. Y eso que, me imagino, no me guardará mucho cariño porque fui yo quien ocupó su puesto con una Moción de Censura. Cierto es que mi actitud y mis actos con respecto a su gestión y a sus numerosos problemas fue exquisito y me siento orgulloso de haber sido artífice de la solución de no pocos de sus problemas. Estoy convencido de que aunque no lo diga en público o incluso lo niegue, en el fondo es consciente de que me porté como todo un caballero con él, fui sensible con sus problemas y me esforcé en encontrar las soluciones que ni él mismo fue capaz de lograr.  Sé que él no ha sido ajeno al acuerdo que me desalojó de la Alcaldía y que su negocio ha sido el centro neurálgico de estrategias, reuniones y acuerdos. A pesar de todo, me guste o no, es lógico y lo entiendo como la venganza de quien tuvo que abandonar el gobierno del Ayuntamiento de Castril por la puerta trasera. No olvidemos que el PSOE lo expulsó del partido de una forma fulminante y durísima y que esa expulsión dio lugar a una Moción de Censura que me aupó a mí como Alcalde. Me quedo, sin embargo, con lo bueno de la relación que hemos mantenido desde entonces y prefiero pasar página en lo demás, convencido de que no merece la pena abonar, sazonar y encurtir viejas heridas de ”guerra” que no conducen a nada.

No están los tiempos para batallas inútiles y, desde luego, no está en mi ánimo ejercer una oposición despiadada y destructiva, lo que no significa que deje de cumplir con mi obligación o de criticar y denunciar aquello que no me parezca adecuado, oportuno o enmarcado en la legalidad vigente. El momento en que nos toca vivir es tan grave, complicado y difícil que, aunque sólo sea por responsabilidad, mi obligación es mantener una actitud constructiva, receptiva y positiva. Acepto el malestar de quienes quisieran que fuera más agresivo y beligerante, pero ni lo comparto, ni lo encuentro oportuno en este momento. Tengo la impresión de que el público que asiste a los Plenos espera, con  indisimulado morbo, una refriega constante y agria, que, ya lo aviso, no la habrá.

El ejemplo que sirve de muestra a la actitud que adoptaremos en la oposición es que apoyamos una moción relativa a la “Defensa del Río”, a pesar de que contenía referencias a mi gestión que, en mi opinión, buscaban nuestra oposición al acuerdo. Alicia, que es más lista que el hambre, se saltó estas referencias al leer la citada moción y, aún así, votamos sí, dejando claro nuestra disconformidad con tales referencias pero avalando con nuestro voto la iniciativa del nuevo Equipo de Gobierno y del Alcalde. Esto no significa que no mantenga discrepancias con estas medidas y argumentos legales o que no sea consciente de la inutilidad de pelear contra organismos más poderosos y avalados por la fuerza de la ley y de las competencias. Puede que mi posición fuera equivocada o contraria a los intereses del pueblo, no es esa mi opinión, pero entiendo que ahora toca apoyar al nuevo Gobierno Local, en este y en otros temas de vital importancia y trascendencia. A mi entender, se desmoronan también los supuestos peajes, prebendas o compromisos espurios que, presuntamente, yo adquirí por defender estas  controvertidas obras para el abastecimiento de agua para consumo humano a Baza y su Comarca.

No me canso de repetir que este era un proyecto global que pretendía dar solución al problema del abastecimiento de agua en las Comarcas de Baza y Huéscar, también y muy especialmente al acuciante problema del abastecimiento en Castril. Parece que muy pocos vecinos del municipio lo entendieron así y es más que evidente el rechazo a la posición que yo defendí. Como rectificar es de sabios y la obligación de quien recibe el veredicto de los votos es escuchar y aplicar su mensaje, entiendo que lo que se espera de mi en este espinoso y conflictivo asunto, es actuar en consecuencia y dar mi apoyo a quienes defienden el sentir mayoritario frente a un proyecto mal explicado, tergiversado y lastrado por enrevesadas e interesadas controversias.

Solo habrá un límite o frontera que no traspasaré y que viene marcado por el ámbito competencial, es decir que no participaré en  actos o iniciativas contrarias a la ley o a las competencias municipales que nos corresponden.

Por lo demás, el Alcalde cuenta con nuestro apoyo y con mi compromiso personal de no torpedear  sus iniciativas o la voluntad de optar, ante la disconformidad, por la abstención y el silencio. Esto no es una “Patente de Corso”, ni una “Bula Papal” para el Alcalde, es solo y exclusivamente, el compromiso de respetar y apoyar la posición del Ayuntamiento de Castril en su, equivocada o no, defensa del Río.