Ni mintiendo con tanto descaro, consiguen engañar a la gente del pueblo, aunque esgriman argumentos tan peregrinos, necios y falsos.
¿Será que necesitan esconderse tras una cortina de humo para tapar el bochorno de colocarse seis sueldos como monumental desatino?
Primero asombraronon al mundo con que beber agua en Castril da cáncer y ahora denuncian el estado ruinoso del Centro, siguiendo la estela del ideólogo que fija en su blog el camino a seguir por el cuatripartito gobierno. Salen en la tele mostrando el viejo teatro como si fuera otro sitio. ¿Para qué tanto engaño? ¿Con qué incomprensible objetivo? ¿Cómo se presta el Concejal de Cultura a tal despropósito y semejante burla para los vecinos?
Mala conciencia, sin duda, por haber metido la pata de la punta del píe a la misma cintura, pero no engañan a nadie, aunque todo lo enmierden en su desmesura.
Nadie lo dude, el Gerente del Centro dará explicaciones y aportará los documentos que pueda, de que disponga y tenga, ante el Patronato al que debe rendir las cuentas y datos.
Pero que el nuevo Alcalde no se equivoque o se lleve a engaño, desde que cambió las cerraduras del Centro y accedió a documentación y despachos, impidiendo mi acceso, es él y no yo, el responsable del fruto de sus decisiones, órdenes y de sus actos.
Que digan el Alcalde o el Concejal de Cultura, sin faltar a la verdad, si alguna vez han querido hablar conmigo o me han citado para tratar este tema, algo a lo que jamás me he negado. Aprovecharon mi ausencia para forzar las cerraduras y entrar en el Centro, para justificar este atropello y siguiendo la estela de lo que dicta el del “puro”, me acusaron de negarme a permitir el acceso a las mismas y de no entregar las llaves del edificio, cuando jamás se me había solicitado, ni de palabra, por escrito o mediando una instancia y a sabiendas de que estaban abiertas y con empleados allí trabajando.
Antes que ellos, creo y no me equivoco, entro Maribel una tarde. Desconozco el motivo y su intención al hacerlo. Soy muy consciente de que el objetivo final que les mueve es utilizar en mí contra este asunto como arma o ariete para dañarme, aunque al buscarme a mí el daño, hundan de paso el proyecto, su futuro y el destino final de este Centro.
Ni me engaño, ni a nadie lo hago, si mi impresión sobre el tema que nos ocupa, es que lo relativo al Centro, a este proyecto querido y a un sueño en realidad convertido, me supondrá y traerá consigo más de un problema inmerecido. Mucho me temo que, sin ser mi objetivo, se pueda entender que como defensa utilizo vanas excusas e interesados recursos. En mi gestión, como en todo gestor de lo público, habrá luces y sombras, pero en el proyecto y recorrido del Centro, lo que importa y resalto convencido, sólo hay luz, luz y luz, bondades, aciertos, realidades y sueños.
Reconozco e insisto, con honda pena y tristeza, que sólo hay una preocupación que, insistente, por la cabeza me ronda, que me priva del placentero sueño y nubla mi objetiva consciencia. Es lo que piense Pilar, lo que sienta y opine, sobre tan controvertido asunto. Si actúo bien o mal y si hago honor a su afecto, confianza y al que es un común objetivo.
Que no está contenta, lo sé, que su desilusión es inmensa, lo percibo, que está decepcionada y molesta, es una triste evidencia. Que le hemos fallado, yo más que ninguno, pesaroso lo asumo. Que no hay justicia, decencia u honor en lo sucedido es, para nuestro oprobio y bajeza, una losa que pesa, más que otro motivo, por el daño infligido a Pilar, fruto de nuestra torpeza.
Ella me conoce muy bien, como me conocía su marido, y sabe, al menos en eso confío, que, en lo esencial, objetivo y definitivo, ni le fallé, ni le fallo, ni lo haré en el futuro.
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