QUERELLA CRIMINAL

Hoy recibí la citación y requerimiento del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción de Huéscar, para que testifique como imputado en la Querella Criminal que contra mí ha interpuesto Dolores Gallego, a cuenta de la presunta denuncia que originó la cancelación de la Fiesta de las Migas de hace dos años y medio.

Creo que el precio de su honor mancillado se cifra en dos millones de las antiguas pesetas, ese es el dinero que, por la presunta afrenta, para mí, solicita al Juez como resarcimiento y condena. Confieso que todavía no he tenido tiempo de leer con detalle el contenido y los argumentos legales de la querella criminal con la que Dolores Gallego me premia o castigará, eso ya se verá.

Descubrí anonado que junto a la citación del Juzgado, venía adjuntado un tocho de folios que pesa un quintal. Para relatar con todo detalle el desaire que la denuncia motiva, el letrado de la ofendida ha recabado un millar de documentos, pruebas e indicios y ha citado a declarar en el litigio a un sinfín de testigos. Creo que más vale estar prevenido ante un proceso sumarial tan concurrido y para que quepa tanto testigo o prueba pericial, el Juzgado de Huéscar tendría que habilitar una sala de vistas especial o podría pasar que fuera preciso trasladar las sesiones del juicio al polideportivo local o al campo de fútbol de esa ciudad.

No, no me río, el asunto tiene poca guasa en realidad y no es plato de gusto sentarse en el banquillo por tal nimiedad. En mi humilde opinión y como básica defensa, me inclino a pensar que no injuria, ni ofende, el que actúa, procede y defiende la verdad.

Cuando uno se obceca o se ciega y aporta tantos datos, documentos y pruebas, para corroborar o demostrar su verdad, cuando una demanda se magnifica o agranda y se buscan más pies de los que el gato suele tener, en un tema que, en principio, tiene poca importancia, exigua solvencia, escasa objetividad y dudoso sustento legal, puede ocurrir que, en un sorpresivo giro, el ofensor se convierta en ofendido y la ofendida sea descubierta por sus propias mentiras. Por mi experiencia vital se que a un Juez no le suele agradar que se utilicen denuncias y tribunales de forma banal o como medio para una venganza personal.

De antemano, considero una total temeridad que con lo que huele la “caca” que tiene bajo la alfombra y no supo ocultar; con la mugre que puede salir a la luz y aflorar, a cuenta de tan absurda querella criminal; con la aclaración y revelaciones que algunos testigos podrían aportar; con los documentos, testimonios y pruebas de reuniones, más o menos secretas, en las que, para retirar las denuncias, presuntamente, se exigían prebendas o se sugerían enjuagues presumiblemente ilegales. En suma, cuando se remueve la mierda y se actúa con tanta iniquidad, más vale estar preparado, limpio y seguro de la caja de Pandora que va a destapar.

Que nadie suponga o entienda que, con mis palabras, busque o pretenda usar la amenaza como defensa. Me limito a advertir, a aquella que reclama dinero por el resarcimiento de una pretenciosa, supuesta y dudosa afrenta, que, por supuesto, me voy a defender con uñas y dientes.

En primera, segunda o tercera instancia judicial, hasta llegar, si es preciso, al más alto tribunal, defenderé, prevalecerá mi inocencia y se demostrará su falsedad, pues no hay dolo o pena, ni a nadie se ofende o injuria con la verdad.