SOY UN DEMONIO

Me dicen que el Alcalde está enfermo, así que, para que se cure pronto y tenga una rápida mejoría, hoy no escribiré nada que moleste a su señoría. Aunque motivos tendría, porque hoy recibí la visita de una vecina que me pedía consejo y que me dice que la única ayuda o aliento que recibió del nuevo Alcalde, cuando fue a verlo, fue echarme a mí la culpa de todo lo que les está sucediendo, algo que es evidentemente incierto, malintencionado y rastrero. Ya apesta y huele a muerto la obsesión del Alcalde por dañar mi imagen, ensuciar mi nombre y atacarme con cualquier pretexto, aunque este sea de lo más peregrino o abyecto.

Lo cierto y verdad es que menospreciar la inteligencia de la gente, con tales acusaciones sin fuste y con tan débiles argumentos, solo evidencia torpeza, escasa nobleza, poco intelecto y mucha falta de respeto.

Lamento que este Alcalde encaje las críticas a su gestión con tal grado de desagrado, (perdón por este ripioso pareado con el que he redundado). Me sorprende que sufra tanto con mis palabras y que las reciba como punzadas, maldiciones o encantamientos malignos, como si de magia negra, “vudú”, sortilegios, conjuros, amarres santeros o hechizos, tratara el asunto. No entiendo que crea que cada palabra que escribo oculta un eco que se clava en su pecho, como el alfiler que traspasa a un muñeco hechizado, usado como un amuleto embrujado. En el caso del vudú o la santería, los brujos dirán que tienen poder para invocar a los espíritus, atacar a los vivos con sus hechizos o cualquier otra explicación absurda y advenediza, en el caso de esta Alcaldía, decir, pensar o creer que eso sucede, es una solemne tontería. La realidad es que en las críticas y las palabras vertidas, no hay santería, vudú o brujería, ni, al criticarle, nadie pretende robarle el alma, la voluntad, la vida o el aire.

Si a la manía persecutoria y a la obsesión de ser víctima de una conspiración planetaria o de un complot del KGB o la CIA, hay que sumarle el pavor a ser poseído por malos espíritus, meigas, brujos, demonios, magos o el mal de ojo, apañados estamos con el antojo.

Nada hay de demoniaco en opinar y criticar aquello que está sujeto o es objeto de ser criticado. Vendría bien olvidarse de esta tontería de los influjos de las fuerzas del mal y centrarse en hacer las cosas mejor para que no sean precisas las críticas.

Son los vivos los que nos pedirán explicaciones por nuestras acciones, no los muertos, difuntos, almas en pena o espíritus del más allá, que ya no pueden hablar, criticar o votar.

El mejor amuleto para ahuyentar tanta tontería sería gestionar y gobernar con cordura, honestidad, altas dosis de seriedad, hombría, valentía, rigor y gallardía. Contra eso, contra la sensatez, la cordura y el buen juicio, de nada sirven encantamientos, demonios o conjuros.

Menos mal que hoy no pensaba hablar del Alcalde, en atención a su enfermedad y para no molestarle si se encuentra tan mal. No lo he podido evitar, lo escrito me ha salido sin más, de todas formas no quiero dejar de desearle, con absoluta y total sinceridad, la pronta mejoría de sus achaques, dolencias y malestar.

Que cada cual extraiga y entienda con mis palabras aquello que quiera o le plazca, pero a todos presto una advertencia o sencillo consejo que vendría bien aceptar, es que nadie debe olvidar que en mi blog hay tanto de literario como de literal. Por eso no conviene tomarse las cosas al pie de la letra, hay que saber leer entre líneas, dar a las cosas la justa importancia y, sobre todo, relativizar y desdramatizar.

Este es un blog personal que contiene mi opinión particular y comparte con los demás mi propia verdad. Gustará o no gustará, esa es la grandeza de la democracia real, la que me permite expresarme en total libertad, aunque les joda a los que defienden una particular “democracia real”, que, para silenciarme y callarme, acude al plagio indecente, a la manipulación, a los ataques virales o a la creación de un blog clon que juega al despiste y a la desinformación, en definitiva recurren al sabotaje para alterar el mensaje. Otra cosa es si lo consiguen o no. Por el número de visitantes que marca el contador del blog, mucho me temo que de nada les sirve el empeño de callarme la boca y silenciar mi voz. A pesar de tan indigno tesón, hasta ahora tampoco impidieron el ejercicio de mi libertad de expresión.