DE CUERPO PRESENTE

Todavía no he dicho ni “mu” del trabajo que saca adelante algún Concejal desinformado y creo que he sido con él bastante elegante, indulgente y considerado. Más que nada, para darle tiempo a que demuestre a la gente lo que es capaz de hacer o si podrá demostrar para lo que está capacitado.

Por eso le conmino y quiero animar a que disimule o modere su euforia al afirmar que ya soy historia, pues no hay nada más lejos de la realidad, ya que todavía me queda mucha “guerra” que dar.

Por mi parte, sería torpe e injusto afirmar que todo lo que se hace está mal, eso será tan desacertado, baladí o irreal, como empeñarse en menospreciar mi gestión como Alcalde, en la que algo de bueno habrá.

No me canso de afirmar, aunque en absoluto me crean, que no escribo en otro medio, blog o chat, que no sea en este diario personal, en el que no escondo mi nombre, porque no tengo nada que ocultar, ni necesito usurpar identidades anónimas para opinar. Mucho me temo que esta obsesión por adjudicarme la autoría de cualquier opinión contraria al nuevo gobierno, roza la paranoia y una enfermiza manía persecutoria. No me dedico a espolear o contrariar a la gente con anónimos mensajes de personalidades múltiples. No me hace falta, ni es procedente, porque ya veis que no me muerdo la lengua, ni me callo nada de lo que quiero alabar, criticar o contar y lo hago de frente, en libertad y con mi propia identidad.

Gobernar conlleva también aceptar que a todo el mundo no se puede gustar o agradar y que, al estar en la primera línea del frente, uno ha de aceptar que en la picota te colocarás y que uno no puede estar exclusivamente pendiente, ni se debe mosquear constantemente, p.or que la gente te va a criticar sin parar

En cuanto al lugar que uno ocupa en la historia real, más vale no exagerar. Tampoco conviene dar por muerto antes de tiempo a un oponente que todavía tiene muchas papeletas de gobernar nuevamente. Esa es la “democracia real”, la que cada cuatro años permite a la gente volver a votar y, con su voto, castigar o premiar y cambiar de Alcalde o Gobierno Local.

Lo que tengo claro es que todavía no soy un difunto enterrado o de cuerpo presente, ni hay para mí una fosa de olvido excavada por la gente, ni mausoleo o panteón ilustre sin lustre. Lo que algunos consideran pasado, en realidad es un contundente presente, evidente a juzgar por el mayoritario apoyo que me brinda la gente. Para sepultar bajo tierra al pretendido finado, ha sido necesario un pacto inaudito y estrafalario. Aun así está por ver si será exitoso lo logrado como resultado de un sepelio tan adelantado y apresurado.