Y DALE MANOLO VUELTAS AL TORNO...

El tacto no es una virtud que adorne a nuestro Alcalde, le pierden los arrebatos, las inconsistencias y las ventoleras. Es capaz de firmar con una mano un despido con engaño y afirmar con la otra o aconsejar al echado que se busque la vida y defienda sus derechos, los mismos que él ha vulnerado.
Tacto y consideración es no dejar abandonado a su suerte, sin trabajo y sin la cobertura de subsidio del paro, a quien acaba de ser padre y lo necesita tanto. Quizás me equivoco pero creo que el recién contratado, el que dejo al otro parado, no anda muy puesto o preparado en eso de arreglar farolas, desagües, atranques, tuberías o similares encargos.
El “tacto” que, casi siempre, muestra el Alcalde no es convincente y, por tanto, no sirve para convencer a la gente, solo sirve para dejarnos cegados por el “rayo” de un proceder tan indecente. Dicen que del dicho al hecho hay un largo trecho, deber ser cierto y sospecho que este es el sangrante ejemplo con que demuestro la falta total de tacto y el escaso tiento de vulnerar, sin remordimiento o miramiento, los derechos laborales de un trabajador del Ayuntamiento.
Si la tiene, a la conciencia por lo hecho me refiero, no será buena, estoy convencido de ello. Este empleado es una de las primeras víctimas del precio a pagar por las componendas, los interesados apoyos y los réditos del contubernio que sostiene a este Equipo de Gobierno.
Mucho me temo, mantengo y preveo, que esta no será la única víctima que se cobrará ta enrevesado y caro acuerdo. Es previsible que, para cumplir lo prometido, para satisfacer y saldar las deudas de esos apoyos, se recurrirá a despedir a más gente y premiar a otros con sueldos, empleos o semejantes prebendas. De esa forma tan poco edificante y fea, en evidencia queda que, lo que tanto se criticó, aquello que se juró hacer de otra manera, sigue siendo la misma cara de semejante moneda. Conste que no escurro el bulto de mis posibles fallos en este asunto, que aprendí de ellos y asumo los errores que, sin duda, hubo. De eso se trata, de asumir, aceptar y corregir lo malo, no de repetir, doblar o triplicar los fallos cuando antes no se cansaban de criticarlos. La mejor lección, la que a mí me ha espabilado, es la de llevarse un buen palo y, con el dolor del porrazo, analizar despacio y aprender, para no repetirlos, de los errores que lo han originado.
El palo que me ha llevado, el castigo de los que no me han apoyado, el aprendizaje de la lección que me han dado, no me ha cegado, más bien me ha mostrado la luz y el camino para entender lo que, llegado el caso, he de corregir para no caer otra vez en los errores del pasado y no repetir lo que se me ha censurado.
Entendido el mensaje que las urnas me han dado y siendo consciente de lo que hablo, me siento obligado a reprochar y afear al nuevo Alcalde, Concejales y allegados, que por el camino hayan dejado olvidado lo prometido o jurado, que no hallan apreciado y traicionen la confianza que se les ha dado, el apoyo de muchos vecinos que les creyeron inmaculados corderos, cuando en realidad son simplemente lobos enmascarados.
Sus actos me darán la razón, no albergo duda alguna de ello, de que este lobo con piel de cordero forrado, enseñará muy pronto patitas, colmillos y garras, mostrándose como es en realidad y no como finge ser.
Espero que el tiempo, que a todos en su lugar nos pondrá, no haga la fea comparación o venga a demostrar que ambos somos el mismo “perro” con distinto collar. Alguno nos confundirá y se equivocará, pues quien a mí me conoce y le conoce a él en realidad, sabe a ciencia cierta que tal comparación nunca será acertada, ni será el espejo de la verdad.
“Tacto” es convencer con la luz de los hechos y la verdad, no embaucar con florituras, piruetas, brindis al sol y falsedad.