DESGRACIADO INCIDENTE

Hoy asistí, fui protagonista a mi pesar e involuntario testigo, de un episodio lamentable, poco agradable y mezquino. Cuando esta mañana atravesaba la Plaza para ir al supermercado a comprar provisiones, fruta y otras viandas, un agresivo individuo intentó atropellarme con una retroexcavadora y aunque me hice a un lado y esquivé tal amago, lo que no pude evitar es ser airadamente insultado. Tiene guasa que esta empresa y el autor de agresión y ofensa, trabaje para el Ayuntamiento de Castril y que tal escena sucediera a sus puertas. Tampoco dudo de que este asunto le haga mucha gracia al Alcalde y por eso, en parte, de lo ocurrido le culpo, pues el respeto que se exige para sí mismo no duda en negarlo al contrario, prestando patente de corso para que cualquiera pueda insultar y agredir a un Concejal, aunque esto ocurra dentro de su propio despacho oficial.

Pasado el mal rato, de inmediato he puesto en conocimiento del Comandante de Puesto del Cuartel de la Guardia Civil de Castril este conato de atropello, agresión y maltrato, algo que es un delito susceptible de ser denunciado y por el que el agresor podría ser severamente castigado.

Aunque la verdad es que prefiero considerar y tomarme la cosa como una broma pesada o una simple anécdota desafortunada.

Como de costumbre, no he contestado a los insultos y me limitado a seguir mi camino, con la cabeza bien alta y el honor intacto. Porque no insulta el que quiere, sino el que puede y yo nunca responderé con la misma moneda de violencia o infamia, al que con ella me coacciona, ataque o agreda.

Este desgraciado incidente no es el primero, ni el segundo o tercero y, mucho me temo, que mientras este Alcalde no tome medidas y, por el contrario, ampare, permita o bendiga que esto ocurra y siga, se repetirá nuevamente, sobre todo si es a mí a quien se agrede, insulta o intimida.

Todo parece indicar que para este nuevo Gobierno Local está justificado eso de amedrentar al contrario y esta iniquidad parece bendecida por su peculiar “democracia real”. Mal va la cosa si desde el Ayuntamiento se toleran o dan por buenos y con pasividad se permiten o no se reprimen, los ataques, físicos o verbales, a un Concejal, a su honor, autoridad moral e integridad personal. Máxime, si con este beneplácito se protege, ampara y alienta a colaboradores, amigos enemistados, correligionarios, contratados afines, empresas o empresarios contrariados a incomodar, molestar o agredir a los adversarios.

No meto a todos en un mismo saco, pues de la misma forma de recrimino al Alcalde su permisividad, aquiescencia y falta de tacto, en otros, como el del Concejal Javier Dengra, su actitud, proceder, respeto y considerado trato, agradezco, resalto y destaco.

Y si fuera el caso de que alguien se sintiera agraviado por mí gestión como Alcalde, algo que precisamente no estimo objetivo, justo o motivado en este caso, no es la agresión, la violencia, la intimidación o el insulto, el camino más acertado.

Por el contrario, lo que sí es imperdonable, inexcusable, vergonzoso e injustificable, es que, con una indisimulada simpatía, lo permita y bendiga este Alcalde, el mismo que se presentó así mismo como adalid, hacedor y garante de una convivencia vecinal envidiable y ahora mira a otro lado, arropa, incita y permite los ataques al exalcalde.