De la niñez más temprana, cuando todavía no había salido del huevo, remanece el sueño de un infantil “Calimero”. De tan lejos llega este íntimo sueño de modernizar y mimetizar con los de otros pueblos nuestros tradicionales encierros. En este afán de supuesta fidelidad a la tradición se olvidó de invitar a los actos festivos a los Concejales de la oposición.
Lo veo venir, la excusa perfecta es que eso hice yo y se nos paga con la misma moneda, cierto es que nunca se dio el caso de que la Corporación completa se juntara un sólo día o en una festiva ocasión.
Este hubiera sido un oportuno momento, pues la oposición habría asistido a los actos con gusto y honor y, de haberla recibido, aceptado su invitación.
No está muy claro si salió ya del huevo o si en el cascarón sigue dentro, digo esto al leer, entre sibilinas líneas, perplejo, el amargo reproche o lamento, de las zancadillas que, supuestamente, hicieron peligrar su sueño.
¿Qué trabas o impedimentos ha tenido si, entregados, conformes y ciegos, todos dijimos “sí” en el Pleno a los cambios propuestos, nacidos, tal como él dice, de su infantil sueño?
No pierde comba y en tromba se lanza a cubrirse la espalda y la sombra, para que, si algo sale mal, sea otro el que pague la broma.
A riesgo de ser un coñazo, me repito como el ajo, eso de no tener un seguro en los toros me produce escalofríos y, por los nervios, un molesto ardor de estómago.
Nada afeo o critico del Programa de Fiestas, es justo valorar y darle su mérito al Concejal de Festejos y resaltar su ilusión y sus denodados esfuerzos. Sus desvelos, limpios deseos y buena intención, tendrán, no tengo dudas, buena acogida y merecida atención.
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