Hoy vino a mi casa una persona de la que no desvelaré dato alguno. Barrunto y prevengo que quería verme y hablar o discutir conmigo e imagino que el motivo será su descontento y mosqueo con algunas cosas que escribo y no pienso. Tal fallo de cálculo, incontinencia verbal y falta de tino, son fruto de no sopesar el consiguiente cabreo del que se siente aludido con lo que escribo. Como hoy estoy indispuesto y malucho no pudo celebrarse el encuentro, así evité la discusión probable y el previsible disgusto.
Es llamativa y curiosa la manía que acusan algunas personas de darse por aludidas y adueñarse de identidades que no son suyas, que son literarias y no literales, inventadas, reales a medias o parecidas. De todas maneras y como tengo claro cuál es el motivo de su enfado, en un segundo ya he borrado las cuatro o cinco palabras con las que, seguramente, se ha molestado y por las que, airado, hoy me ha visitado.
Ya está borrada la presunta ofensa y eliminada la supuesta afrenta a la que se sintió aludida y vejada por mis palabras. Espero y deseo que quede restituida y salvada la dignidad de la persona que se consideró atacada. Considero que ya no hay razón objetiva o motivo aparente para venir nuevamente a mi casa a quejarse del feo.
Lo último que quiero en este momento es hacer una montaña gigante de un nimio asunto, que, aunque sea desacertado y torpe, no deja de ser una anécdota intranscendente.
Si lo escrito escuece, pica o cabrea, por más que lo dicho sea desafortunado y borrado, en nada cambia la rotunda evidencia de que para reclamar respeto o “tirar piedras” a otro, hay que estar seguro de que uno está libre de culpa y que no cometió similares afrentas en “casas ajenas”. A la que reclama con razón, también yo le reclamo el mismo empeño y tesón en no dar pábulo a chismes hirientes que causan semejante dolor, le exijo no afear en otro el defecto o el vicio que el mismo hizo, le invito a no apedrear, sin motivo aparente, la dignidad personal que para él reclama y le niega a otra gente.
Lo que quería decir ya está dicho, con estas palabras cierro el desafortunado capítulo que dio lugar a este nimio y difuso malentendido, lo cierto es que habría querido ser algo más escueto, rotundo y conciso. No lo puedo evitar, no hay remedio para mi incontinencia verbal, cada día aumenta más, crece y se expande como el agua del mar y logra engrosar la larga lista de “enemigos” con los que ya cuento y no quisiera contar.
jj el exalcalde ladron
ResponderEliminarhay jose juan lopez rodenas eres un personajillo de poco pelo pero tranqui que caera solo, tu tranqui personas malas y rastreras como tu tendra este pueblo, eres peor que una rata rastrera, lo tienes todo inculto, rastrero, cobarde, de educacion 0 , aprendistes de lo peor de castril y tu sabes a quien me refiero, eres una mosca apestosa y atasca.
ResponderEliminarTu subconsciente te delata, con el bonito pareado con el que has terminado: Engrosar y contar. Resumen de tus años como alcalde: Engrosar tus cuentas corrientes y las de tus lameculos y contar el dinero público que robabas.
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