Foto del Diario IDEAL, de E. López. |
Como ha ocurrido en el resto de actos y eventos de los presentes festejos, el Alcalde no invitó a los Concejales de la oposición, a mí mucho menos, al festivo Pregón. No ha tenido la deferencia de hacernos llegar, de viva voz o mediante alguna citación o sencillo escrito, la invitación para el Pregón de tan prestigioso y afamado Doctor, que para nuestra dicha y honor, nació en Castril y es, por tanto, castrileño. Así que no le escuché, ni tengo conocimiento o noción de sus palabras como Pregonero. Tampoco tengo la información precisa de si la excitación de la gente y sus ganas de fiesta dejaron que sus sentidas palabras resonaran con elocuencia y los presentes las escucharan con la atención necesaria.
Felicitaciones envío y ofrezco, proceden del que fuera amigo y, en otro tiempo, Alcalde del pueblo, para tan reconocido e insigne castrileño, brillante doctor y distinguido Pregonero.
De las palabras y sentimientos que brotaran del Pregonero, que habrán nacido y germinado en lo más profundo del corazón y de sus entrañas de castrileño, nada puedo decir, pues no tuve el honor y la suerte de ser invitado a escucharlas, ni de estar presente o ser testigo de tan señalado momento.
Me cuentan que para el Alcalde y su remunerado Equipo de Gobierno soy persona “non grata” o, lo que es lo mismo, que ni me tragan, ni les merezco, ni siquiera como Concejal electo, una chispa o miaja de deferencia y respeto. También me chivan que me tiene un atávico miedo, al nuevo Alcalde me refiero, y hace bien en tenerlo, pues con el ritmo y la racha que lleva y sus trazas de un nuevo “Genaro Molina”, se le avecina, a este Edil lisonjero, un futuro poco halagüeño y bastante negro.
No demoraremos por más tiempo investigar y descubrir los entresijos de su situación laboral y las incompatibilidades del puesto con su antiguo empleo, tarde o temprano se desvelará el misterio de cómo percibe y por cuales medios, la remuneración por su cargo o de dónde sale su sueldo y el montante o cuantía que supone en dinero.
Mucho me temo y no me equivoco al temerlo, pues veo, constato y atinado creo, que lo que criticaron de mí, hasta el hartazgo más cansino, avieso y torticero, se verá superado hasta insospechados extremos y, lo a mí reprochado, quedará en insignificante anécdota frente a lo que han hecho, hacen y harán ellos.
Como Alcalde aprendí la importancia de un correcto asesoramiento legal y procuré que mi gestión se dejara guiar por el criterio del Secretario, que es el que sabe, puede y debe marcar las pautas legales con las que gobernar.
El nuevo Alcalde no perdió tiempo en deshacerse de aquellos que con sus consejos legales y asesoramiento juicioso pusieran freno, diretes o dimes, a sus imprudentes y temerarios planes. Esa es la mejor opción, el fácil camino y el mejor atajo para que un Alcalde haga y deshaga de su capa un sayo. Lo malo es que al corto plazo, al medio o al más largo, esta temeridad se paga y él no tendrá la patente de corso, escudo o muralla, que de pagar tales errores le salvase o librara.
Ya se vera y, para verlo, al descalabro me refiero, no será larga la espera y el resultado que pronostico y preveo.
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